Patti Smith
Gracias a nuestros colaboradores, Melomaniacos, la reseña del concierto de "Patti Smith" en el Museo Anahuacalli.
C. Jonas Fierro Acosta
PATTI SMITH: POETISA DEL ROCK
Por: José Gutiérrez
Peralta
Patti Smith artista
neoyorquina, escritora y madre putativa del género más radical del rock; el
sucio e incorrecto punk, vino después de casi cuarenta años de espera. Para dar
un memorable concierto a esta capital en el marco del Festival de México en el
centro histórico, la noche de este sábado.
El lugar elegido para el evento fue ni
más ni menos que el Museo Rivera Anahuacalli, ubicado en Coyoacán. La autóctona
construcción sirvió como maravillosa escenografía de fondo para un escenario
sencillo, sin mayor parafernalia ni producción; nada qué ver con lo que días
atrás se pudo presenciar en el Foro Sol con Roger Waters o, en menor medida,
con Radiohead.
Así debe ser un concierto de una precursora
del punk: sencillo, austero; que sólo la música y el mensaje sea lo importante.
Y así lo sabía un público heterogéneo en todos los sentidos: personas que
rozaban los sesenta y tantos años junto a gente de cuarenta, treinta, veinte
años; clasemedieros prestos a dejarse ver en un evento más del FMX. Señores
nostálgicos por escuchar aquellos temas que acompañaron los años de bohemia y
rebeldía juvenil; y algunos más, jóvenes punkis, quizá habitantes de colonias
populares, a quienes seguramente no les fue tan fácil conseguir dinero para
entrar a tan imperdible concierto.
Y es que Patti Smith
es la máxima de que el auténtico rock no es asunto exclusivo de cierta clase
social, de cierta edad o género o generación. En esta noche la música es motivo
de total democracia (olvídense de partidos políticos).
Ocho y media de la
noche. A pesar de que el cielo lucía nubes negras, el peligro de lluvia no fue
tal. La explanada del Museo Anahuacalli se encontraba llena de fanáticos
ansiosos. Algunos comenzaban a quejarse de que hubiera un solo puesto donde
conseguir cervezas. “Mi amiga ya lleva casi media hora formada para
conseguirlas y ni para cuándo”
expresaba uno de los asistentes. Otros aún continuaban haciendo fila en las
taquillas esperanzados en conseguir boletos.
Finalmente una voz femenina, desde las
bocinas, comenzó a dar los anuncios correspondientes acerca de dónde se
encontraban las salidas de emergencia y también los consabidos agradecimientos.
Gran rechifla se llevó la embajada de Estados Unidos al ser mencionada entre
dichos agradecimientos.
El grupo telonero
comenzó su actuación; tocaban un de folk indie un tanto monótono, el público
les aplaudía tímidamente, pero lo cierto es que se hicieron la espera más
larga, cuarenta minutos duró su tocada.
Nueva espera y a
eso de las nueve y media finalmente la veterana poetisa del rock hizo su
aparición. Jeans, playera blanca y saco negro era toda su sencilla vestimenta. Para
abrir boca nos recetó la gran Dancing
Barefoot, seguida de Space Monkey. La Smith no nos escatimó sus más legendarias canciones. Su
voz, tan potente como en sus grabaciones setenteras. La mujer se mostraba tan
llena de energía y pasión como cualquier jovencita de veinte años. El público
aplaudió estos primeros temas aún con cierta tibieza, pero conforme transcurrió
el concierto el ánimo fue subiendo a niveles inesperados.
Admiradora de Frida
y Diego, Smith hizo una pausa para expresar lo honrada que se sentía al
encontrarse en aquel recinto. Dedicó su pieza Beneath the Southerm Cross al escritor chileno-mexicano Roberto
Bolaño. Un error durante esta pieza hizo que Patti, toda humildad, expresara un
tímido “lo siento” y reiniciara de nuevo el tema (una punki cerca de mí
expresó: “amo a esta vieja hasta cuando se equivoca”).
Hubo más dedicatorias;
al legendario grupo de punk Television, recordando aquellos años del CBGB; bar que albergó la primera oleada de
grupos punks estadounidenses; al
recientemente fallecido integrante de los Beastie Boys, Adam Yauch (MCA) y
especialmente a los periodistas asesinados en Veracruz.
Patti Smith sigue
teniendo fe en el arte como un medio de mover conciencias y así lo mostró esta
noche; en especial cuando interpretó People
Have the Power, donde el público, animado, contagiado de energía, cantó el
estribillo de la rola mientras alzaba los puños en alto. Piezas como Ghosth Dance y Pissing in a River sonaron excelsas.
Pero la apoteosis llegaría con Because the Night y su versión de Gloria (de Van Morrison, pero
archifamosa gracias al grupo the Doors). Con esta última ella y sus músicos
abandonaron el escenario. El público pedía más al grito de: “¡Patti Patti!”
Finalmente regresaron para refinarnos la
hermosa Wing (balada incluida en el
disco Gone Again) y cerrar con la locura absoluta de Babelogue-Rock n Roll Níger. Todos en la explanada brincando y
gritando ante esta explosión de rocanrol y poesía contracultural de parte de la
legendaria Patti Smith. Grande entre las grandes.
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